Todas las actividades humanas utilizan agua. Para cocinar, lavar y producir, el líquido es tan vital que la ONU ya está alertando sobre una “bancarrota” del agua de aquí al 2050. La cantidad del elemento necesaria para producir alimentos y todos los bienes que se consumen es lo que se conoce como huella del agua, un patrón que cada vez cobra mayor importancia en los mercados y que está obligando a gobiernos y empresas a abordar una mejor gestión de los recursos.

Cuanta agua se consume

En el mundo falta agua… al menos en la forma y oportunidad en que la necesitamos. Y cada vez se hará más escasa. La urbanización y la actividad económica, sumadas al cambio climático, están haciendo que la competencia y cuidado por el recurso sean cada vez más fuertes.

Un reciente informe del Instituto del Agua, Medio Ambiente y Salud de la Universidad de las Naciones Unidas advirtió que el mundo se enfrenta a una “bancarrota de agua”, encendiendo las alarmas en torno a la gestión de los recursos hídricos de cada país.

Este informe se sumó al de los investigadores Arjen Hoekstra y Mesfin Mekonnen de la universidad holandesa de Twente que en febrero de este año revelaron que la producción de alimentos está consumiendo el 92% de toda el agua fresca disponible en el planeta. Ambos calcularon la huella hídrica media de cada país a partir de información recopilada entre los años 1996 y 2005.

huella hidrica

¿Qué es? ¿Para qué sirve?

La huella del agua cuantifica el consumo de este líquido por cada ser humano en todos sus aspectos. Desde la que bebemos hasta la que se usa para producir los alimentos, ropa, o el hormigón de nuestras casas.

El concepto fue acuñado por el propio Arjen Hoekstra e incluye tanto el agua consumida directamente, como la empleada de forma indirecta en lo que comemos o los productos industriales que compramos.

Sirve para medir el impacto humano sobre los recursos hídricos del planeta y entregar información para establecer medidas para gestionar mejor los recursos hídricos. La ONU y entidades científicas recomiendan analizar el uso del agua desde una perspectiva global para que cada Estado pueda elaborar así sus planes hídricos nacionales.

Media piscina olímpica anual

El informe de Hoekstra y Mekonnen, considerado el más completo publicado hasta ahora, cuantificó que entre 1996 y 2005 la huella hídrica promedio anual por persona alcanzó los 1.385 metros cúbicos, es decir el equivalente a media piscina olímpica cada uno. La medición se hizo por persona con el fin de “limpiar” el efecto de la sobrepoblación, ya que al calcular la huella hídrica de cada país, desde la perspectiva del consumo y de la producción, las naciones más pobladas aparecen con una huella mayor.

16 mil litros de agua por kilo de carne

La carne, los cereales y la leche son los productos que más agua necesitan para ser producidos. En promedio se requieren 16.000 litros del líquido para generar un kilo de carne de vaca y 3.000 para un kilo de arroz. La producción de carne es la responsable de un tercio de toda la huella hídrica de la agricultura en el mundo, ya que es más intensiva en el uso de alimentos procesados.

Las cifras parecen exorbitantes, pero consideran no sólo lo que el animal bebió antes de morir, sino también el consumo hídrico del pasto y alimentos necesarios para su engorda, además del agua que se usó en la faena.

Un tomate, en cambio, necesita unos 125 litros de agua desde que se siembra hasta que llega a la mesa; una manzana 70 y una copa de vino, 120 litros.

¿Cómo se mide?

Básicamente la huella del agua se calcula midiendo el volumen total utilizado desde el inicio del proceso de producción hasta su consumo. La cuenta debe incluir el agua contenida en los insumos y la que se desecha, por ejemplo, durante el lavado de las botellas o instalaciones.

En cada país, la huella es diferente y está determinada por los productos que puede generar y consumir. La carne de vaca producida en granjas británicas que deben importar algunos de sus insumos para la alimentación, no tiene la misma huella que la brasileña, por ejemplo.

Por lo que respecta a España, con casi 41 millones de habitantes en el momento en el que se hizo el estudio, cada ciudadano gasta una media de 2.461 metros cúbicos al año.

El cálculo de la huella se fija fundamentalmente en la ecuación entre el requerimiento del agua de un cultivo y el rendimiento que se obtenga. De ello se desprende que cultivos que están en un área que no les corresponde pueden producir muy poco y, por lo tanto, tienen una huella muy alta.

La medición también establece la disponibilidad del recurso, ya sea por afluentes o lluvia y el grado de contaminación. El indicador, además, puede reflejar si hay o no sobrexplotación de las reservas de agua.